martes, 1 de noviembre de 2011

No me termina de gustar

Paris, la ciudad de la luz, capital del mundo de la moda, el arte y la cultura. No tan limpia como dicen, ni tan bonita, ni tan romántica, a mi humilde parecer. Famosa por sus cara gastronomía, y mala añadiría. Puedo hablar con conocimiento por estar algo viajado aparte de haberme criado en una ciudad turística como es Sevilla. Mi ciudad no es Paris pero la bate con mucho en algo tan esencial como es alimentarse. Que la gastronomía de una ciudad como esta termine siendo pasto de comida basura y restaurantes étnicos y puestecillos no hace mas que empobrecer su oferta. Volvería a cualquiera de las ciudades que he visitado en otros países...
En resumen comer en Paris es un acto necesario y un tramite al final. Famosa es la gastronomía francesa, pero en el siglo de la movilidad y globalización es lógico que termine relegada al segundo puesto. Si hablamos ya de sus calles, sucias calles, están invadidas de individuos taciturnos y malencarados. Con una tensión social que es una olla a presión y que enrarece el aire en lugares como el metro. Tuvimos una anécdota desagradable precisamente en el metro: se encadenaron en 10 minutos un intento de robo, una discusión con algún termino racista y una agresión en tentativa como respuesta a la anterior, para terminar una mujer arrollada por la avalancha de entrada al vagón. Me resisto a pensar que sea algo recurrente al mismo que dudo que fuera una confluencia de eventos casual y unica.

Paris, primer día.

PD:Creo haber visto en una esquina a un señor con una bandeja vendiendo salchichas y una chapita en el pecho que decía: I.V.A.R. Escurridizo M.D. especialista en alimentar (alguno me entenderá)

La casa donde vive el arte

Independiente de lo que pienso de Paris como ciudad, el Louvre es algo aparte. Un mundo de ventanas al pasado, a eventos importantes, trocitos de historia arrancados de su tiempo y congelados para siempre. Una casa inmensa donde puedes aislarte del exterior, olvidarte de las prisas, los coches, los gritos, las colas, el frío, ...
Ver sus techos, pasear por sus salones, encontrarse con sus ilustres inquilinos: una experiencia inolvidable.