Desde un nuevo punto de vista me doy cuenta de que necesito plantearlo de otro modo. Envidia de ¿que?
Me mira y sonríe cuando llego a casa, me toca la cara antes de dormirse, me sonríe cuando le doy los buenos días. He vuelto a verlo aprender cosas y cada día me gorjea un nuevo sonido. Tengo la oportunidad de revivir cada día de nuevo con el. Tengo la capacidad ganada del miedo y el dolor de valorar infinitamente más cada momento o gesto.
Y todo ello a cambio tan sólo de un puñado de lágrimas.
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